viernes, 25 de julio de 2014

Festividad al Santo Niño de Atocha en Izúcar de Matamoros


La devoción al Santo Niño de Atocha es una de las más extendidas en todo nuestro país, probablemente en lo que concierne a una imagen de Jesús Niño es la que más ha trascendido fuera de su santuario, el cual se ubica en Plateros, municipio de Fresnillo, Zacatecas; su origen se remonta a España, al barrio madrileño de Atocha, donde la leyenda cuenta acerca de un niño vestido de peregrino,  que alimentaba  a los presos. Con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo y el establecimiento de pueblos mineros, también llegó la devoción a Santa María de Atocha y por ende a su pequeño niño, el cual con el tiempo se convirtió en una imagen muy milagrosa, adoptando el patronazgo de los mineros, pues la zona de Fresnillo es de mucha minas.

La imagen que se venera en Izúcar y que pertenece al templo parroquial de Santo Domingo, es una talla en madera elaborada en Italia; fue traída desde allá por el señor cura don Arturo Márquez Aguilar, como un regalo a la señora Paulina Cervantes de García, en los años 60´s del siglo pasado; doña Paulina consideró que la imagen era muy bella como para tenerla en una casa por lo cual quiso quedara en templo para darle veneración. El nicho que ocupa se ubica en el retablo que la referida señora Cervantes costeara, tras el incendio del templo en 1939.


Muchas personas de Izúcar deben recordar que quien hacia la festividad al niño era la señora Lupita Cervantes de Pedroche, quien vivía en la calle Reforma desde donde salía la procesión con los niños y niñas vestidos de blanco; la fecha para celebrarlo es el último sábado de julio, la cual solo se retrasa en caso de coincidir con la festividad del Señor Santiago, de mucha importancia para los izucarenses; al niño se le considera protector de la niñez y patrón del catecismo. Por un tiempo la fiesta decayó pero desde hace varios años han sido la señorita Marta Báez Manjarrez, la Señora María Vargas Bello y el licenciado Noé López García, quienes se han dado a la tarea de mantener viva la festividad y de organizar el novenario en el cual la sagrada imagen visita los hogares izucarenses y en algunos años hasta los de comunidades cercanas.