martes, 20 de octubre de 2020

20 de octubre, Conmemoración de los 500 años del encuentro Itzocan-España. 500 años de la toma de Itzocan por los españoles y sus aliados tlaxcaltecas 1520-2020

*Reseña leída en la ceremonia en el zócalo de la ciudad previa al ritual para la siembra de dos árboles representativos, un palo de zopilote por el lado americano y un olivo por el lado europeo.

De todas las crónicas que refieren la toma de Itzocan, la que hoy conocemos como Izúcar, la que permite inferir una fecha de este acontecimiento, es la tercera carta de relación que el conquistador Hernán Cortés, escribe al rey de España. En dicha misiva, firmada el 30 de octubre en la villa Segura de la Frontera (hoy Tepeaca), da cuenta de lo acontecido unos diez días antes en Itzocan, de allí la elección de este día para realizar este evento. Vale la pena citar lo referido por el extremeño pues permite darse una idea de cómo era en 1520 nuestra actual Izúcar de Matamoros:

Esta ciudad de Izzucan será de hasta tres o cuatro mil vecinos; es muy concertada en sus calles y tratos; tenía cien casas de mezquitas y oratorios muy fuertes con sus torres, los cuales todos se quemaron. Está en un llano a la halda de un cerro mediano, donde tiene una muy buena fortaleza; y por la otra parte de hacia el llano, está cercada de un hondo río que pasa junto a la cerca, y está cercada de la barranca del río que es muy alta [...] Tiene un valle redondo, muy fértil de frutas y algodón [...] y allí es tierra caliente y cáusalo que está muy abrigada de sierras: todo este valle se riega por muy buenas acequias, que tienen muy bien satadas y concertadas.

El hecho de referir una ciudad nos lleva a pensar en la importancia del asentamiento, lo mismo que la afirmación de la existencia de varios templos, los cuales Cortés llama mezquitas. Previo al ataque de Itzocan, los aztecas, quienes en años previos habían dominado Itzocan por su posición estratégica, ya habían mandado una importante fuerza guerrera a defender la población. En palabras del soldado cronista Bernal Díaz del Castillo la toma de Itzocan fue difícil; en la carta de  Cortes ya referida, se anota que la ciudad fue tomada a las 10 de la mañana, por cerca de 120 mil hombres (entre tlaxcaltecas y huejotzincas y pocos españoles) contra 60 mil defensores y que mujeres y niños habían sido desalojados. 

El historiador norteamericano Prescott en su historia de la conquista de México, pondera la defensa valerosa que se hizo de la ciudad y que las tropas aztecas fueron acorraladas hasta el río Nexapa, donde intentaron detener a los atacantes, destruyendo los puentes que había, pero sin mucho éxito. Por su parte el cronista López de Gómara, acota que los templos de Itzocan fueron quemados y que tras el triunfo Cortés liberó a dos presos itzocanos y mandó  a decirles a los que habían huido que podían regresar y serían perdonados, lo cual sucedió a los tres días. 

Tras el retorno de la población es el propio Cortés quien toma decisión para el gobierno de Itzocan, para lo cual este queda en 3 principales, uno de Huaquechula y dos de la propia Itzocan. Además, durante la estancia en la antigua Izúcar, Cortés recibiría la adhesión de varios pueblos de la Mixteca, que se debe acotar no era la región izucarense, la cual se le denominaba como Coatlalpan. La toma de Itzocan, fue el cierre de la pinza del plan de Cortés, pues con ella prácticamente tuvo controlada la provincia tributaria de Tepeaca y tras esto regresó a su aliada Tlaxcala para preparar el ataque final sobre México-Tenochtitlán.

En este día recordamos esta toma, pero a la par el encuentro de dos culturas y de dos mundos totalmente distintos, un hecho histórico que a 500 años sin duda deber analizado con  los aportes de ambas partes y que en unos momentos más, con un acto simbólico de siembra de árboles, también pasará a la Historia.




miércoles, 12 de diciembre de 2018

La Guadalupana de José María Morelos en Izúcar



Corría el año de 1811 y la efervescencia del movimiento de independencia poco a poco se extendía por la entonces Nueva España; empezaba a despuntar el liderazgo y la estrategia de José María Morelos y Pavón, quien hacía su entrada en las tierras de la entonces Intendencia de Puebla. Tras la toma de Chiautla, Morelos se encamina a Izúcar, no sin antes fusilar al hacendado Musitu, dueño de la Hacienda de Raboso, quien de su peculio había formado un contingente para combatirlo; es 10 de diciembre y llegan a Izúcar.

En palabras del historiador y también partícipe del movimiento insurgente, Carlos María de Bustamante, son recibidos entre rosas y cohetes. Eran los días previos a la celebración de la Virgen de Guadalupe, aquella que había sido elegida por el mentor de Morelos, el cura Hidalgo para ser el icono de la lucha. Quiso el destino que Morelos le tocara presidir tan importante festividad, y aunque los testimonio no dan detalle, seguramente la misa de fiesta la celebró en la entonces parroquia de los naturales, es decir Santo Domingo. Si quisiéramos hacer memoria de como era en ese año el interior del antiguo templo dominicano, difería de como lo visualizamos hoy día, aun después de los estragos del sismo del septiembre del año pasado. Era un macizo edificio iluminado con velas y donde refulgía el dorado de sus retablos de madera, que se perdieron en el lamentable incendio de 1939. 

No todo se consumió por el fuego y entre lo que sobrevivió está un oleo de la Virgen de Guadalupe, el cual fue colocado tras la reconstrucción del interior como centro de un retablo de yesería dorada en el lado oriente de la nave del templo y al cual se le completó con pinturas contemporáneas de las apariciones de la señora del Tepeyac. Por algunos inventarios tanto de antes como después del siniestro, sabemos que la pintura en cuestión permaneció y además de su merito artístico, que a veces pasaba desapercibido, pues no se le movía de su altar, debió haber sido la que recibió la dedicación del santo sacrificio de la misa, por parte del generalísimo Morelos. 


Hace un año, el sismo sacó la celebración del templo al atrio, pero como una de sus pocas consecuencias buenas, permitió revalorar a esta Guadalupana, la cual fue testigo del inicio del camino de los izucarenses en la guerra de independencia. Nuestra Señora de Guadalupe acompañó el nacimiento de México pero localmente también acompañó a Izúcar a ser parte de este complicado proceso. Mucho después la devoción guadalupana sería un factor que se rescata, en las famosas romerías, ya en el siglo XX  y como muestra de ello la frase que alguna vez dijo el Arzobispo poblano Octaviano Márquez y Toriz: "Yo amo a Izúcar porque es católico, pero lo amo mas porque es mariano, pero lo amo aún mucho más porque es guadalupano".

sábado, 17 de noviembre de 2018

Un destello barroco de Izúcar en la exposición temporal “Cristóbal de Villalpando: esplendor barroco de Puebla”, en el Museo Internacional del Barroco de la ciudad de Puebla.



La riqueza patrimonial del municipio izucarense, que en cuanto a la parte arquitectónica se ha visto dañada por el sismo del 19 de septiembre del año pasado, es variada, pero a la vez desconocida o poco apreciada en algunos de sus ámbitos. Si se pudiera mencionar algún elemento de nuestra riqueza cultural, que haya trascendido más allá de nuestra tierra, este sin duda sería el barro policromado y en segundo lugar las piezas arqueológicas de características olmecas de la localidad de Las Bocas. De ambos casos se podría escribir mucho pero, en este texto se tratará de insertar un parte de nuestro patrimonio cultural en un contexto histórico artístico de alcance mundial: el Barroco; pintura, escultura, arquitectura, entre otras manifestaciones se reconocen como parte de este movimiento artístico y social. En nuestro país la mayoría de esas obras han quedado en los templos, conventos y recintos religiosos, formando parte del llamado “arte sacro” que hoy día más allá de sus significados espirituales, también es una veta de atracción para el denominado turismo cultural.




Nuestra heroica cabecera municipal cuenta con 19 templos cuya construcción data de los tiempos virreinales, en los cuales en menor o mayor medida se han preservado testimonios barrocos tanto en fachadas, esculturas o pinturas, que no sobra decir a veces han pasado desapercibidas ante nuestros ojos, sobre todo si no tienen algún valor devocional o litúrgico. Hace algunos meses tuve contacto con el Mtro. Alejandro Andrade, historiador del arte poblano, quien me preguntó sobre una pintura del templo parroquial de Santo Domingo, la cual había considerado para una magna exposición sobre uno de los pintores más destacados de la época novohispana en México: Cristóbal de Villalpando; se platicó sobre las implicaciones logísticas, los permisos necesarios y las autoridades que había de convencer; le compartí una foto de la obra en cuestión pues para ese momento ya se había movido de su sitio original por el sismo y había que esperar lo conducente. Pasó el tiempo y llegó el momento de cabildear por parte del personal del museo con las autoridades religiosas tanto en Izúcar como en la ciudad de Puebla y por el último el convencimiento de los mayordomos de los barrios izucarenses, quienes dieron el sí para que el óleo saliera de manera temporal del antiguo templo conventual dominicano.



La obra en cuestión no es propiamente de Villalpando pero contribuye a entender su trabajo en Puebla, puesto que fue elaborada por otro gran pincel novohispano: Baltazar de Echave Rioja, quien fue el maestro de Villalpando. Echave, el tercero de una dinastía de pintores, es el autor de una serie de grandes oleos que decoran la Sacristía de la catedral de Puebla y se conservan otras de sus obras en el Museo Nacional de Arte de la ciudad de México. La pintura de Izúcar es el “Lavatorio de pies”, fechada en 1681 y corresponde con otra más, “La ultima cena”, las cuales ocupan los muros laterales de la capilla del Sagrario de la parroquia de Santo Domingo; no sobra decir que ambas joyas se salvaron del incendio que afectó al inmueble en 1939 y que su elaboración fue encargo de los frailes dominicos quienes a finales del siglo XVII aún no habían dejado el templo y su convento anexo. Si bien la pintura de la cena, no es parte de la exposición fue llevada al museo pues la idea es que se incorpore o bien forme parte de alguna muestra futura, pero lo mejor es que ambos tesoros recibirán tratamientos de conservación antes de regresar de nuevo a Izúcar dentro de algunos meses.



Sin duda la participación de una obra del patrimonio cultural izucarense en una exposición de este nivel es algo inédito sin ningún precedente, por lo cual es un motivo de orgullo para todo Izúcar y sobre todo un pretexto para conocer el Museo Barroco en caso de no haber acudido; en la muestra hay trabajos de Villalpando provenientes de espacios como el templo del Carmen o la catedral poblana, destacando la monumental “Transfiguración”, obra que hace unos meses estuvo en Nueva York.  Un reconocimiento para el párroco de Santo Domingo, el Sr. Cango. Santiago, para nuestros mayordomos, para el curador Alejandro Andrade, para Pablo Frankel y la gente del Museo Barroco, pues han contribuido a este hecho sin precedentes para Izúcar. Si pasó desapercibida la pintura para sus ojos, ahora la conocerán y si ya la habían visto, la verán de manera diferente; más allá de su contenido religioso y lo que conlleva, también su matiz artístico, la luces y sombras, la vestimenta, los rasgos anatómicos ayudarán a entender el Barroco, del que también fue parte la Heroica Izúcar de Matamoros.


jueves, 8 de marzo de 2018

ALGUNAS MUJERES IZUCARENSES DESTACADAS


Celebrando el Día Internacional de la Mujer y felicitando a todas las mujeres de nuestro municipio.

*Ignacia Ruiz; sobre ella el cronista izucarense Silvestre Fuentes menciona que fue una rica propietaria izucarense, quien se distinguió por su patriotismo y amor a la causa de la independencia, apoyando a Mariano Matamoros con dinero, cereales y forrajes. Cita Fuentes que el propio José María Morelos, le extendió un documento con fecha 13 de octubre de 1812, en el cual se pedía no la perjudiquen por ninguna manera, ni a ella, ni a sus bienes y fincas. Hasta aquí los escuetos datos de esta comprometida mujer.


*Guadalupe Cruz Benítez; aunque nacida en la ciudad de Puebla, desde muy niña vino a radicar con sus padres a Izúcar. Realizó estudios en el Instituto de Artes Plásticas del Estado de Puebla, siendo su especialidad el óleo y la acuarela. Fue profesora de pintura y dibujo del Centro Escolar Presidente Lázaro Cárdenas por cerca de 20 años y también por varios años dirigió la Casa de Cultura del municipio. De su obra se pueden mencionar sobre todo la de temática religiosa, como son la pinturas de la Virgen del Perpetuo Socorro y  la Santísima Trinidad en el templo de San Juan de Dios (en esta última utilizó los rostros de sus nietos para los ángeles) o bien la Alegoría del descubrimiento de las reliquias del apóstol Santiago en la parroquia de Santiaguito.





*Josefina Esparza Soriano; nacida en la ciudad de Puebla en 1927 pero izucarense por adopción; realizó estudios en el Instituto Normal del Estado de Puebla y por su talento para la poesía y la narrativa ganó varios certámenes literarios estatales y nacionales. Después de dar clases en varias instituciones de la capital poblana,  en 1964 llegó a Izúcar, impartiendo cátedra en el Centro Escolar Presidente Lázaro Cárdenas, la UEP así como el  Colegio de Bachilleres. Autora de varios libros como “Cauce”, “Leyendas de Puebla” o “En el mundo de la infancia”. Directora fundadora de la Casa de Cultura de Izúcar en 1980, fue gran promotora de que se ocupara para este fin el antiguo hospital juanino. En el 2001 su composición para el Himno al Estado de Puebla fue oficializada como tal. Falleció el 7 abril de 2009.


*Oliva del Río Tapia; nació en Izúcar en 1932; en el año de 1948 fue elegida reina de las fiestas patrias de Izúcar; gracias a su talento para el canto y la música incursionó en la música con importantes grupos de esos años como fueron las orquestas de Venus Rey, Javier Cugat y con Pepe Arévalo y sus Mulatos. Tuvo la oportunidad de cantar en lugares tan lejanos como Japón o Marruecos y también apareció en películas como: “Lagunilla mi barrio”, “Cadena perpetua” y “Oye Salomé”; precisamente el tema homónimo fue uno de sus éxitos en la radio de la década de los 70`s. Muchas personas de edad en Izúcar la recuerdan cantando en el restaurante de su familia, que se ubicaba en el antiguo edificio de la recaudación en el zócalo, lugar donde tuvo el honor de cantarle a personajes como el general Lázaro Cárdenas, con quien por cierto tenía parentesco. Murió el 2 de septiembre de 2015.

miércoles, 8 de febrero de 2017

La celebración en Izúcar por la Constitución de 1917.


Este 5 de febrero fue una fecha fundamental para nuestro país, pues se cumplieron 100 años de que en la ciudad de Querétaro se promulgara la Carta Magna que hasta la fecha rige la vida política de nuestro país; de alguna manera este hecho viene a consolidar, por lo menos de manera jurídica, algunos de los postulados por los que había surgido el movimiento revolucionario de 1910, el cual aún tendría otros capítulos por escribirse. En esta breve colaboración se quiere tratar de cómo se recibió este acontecimiento en nuestra heroica ciudad, para lo cual la documentación presente en el Archivo Municipal de Izúcar, que está en proceso de rescate, nos aporta un poco de luz. 

Existe un expediente que trata sobre el tema en el cual encontramos la circular emitida por el entonces presidente municipal Teófilo Macareno, en la cual se invita a los empleados municipales a acudir a un paseo cívico a celebrarse a las 8 de la mañana del día domingo 25 de febrero de 1917; entre los funcionarios convidados a este paseo se encuentran el administrador de rentas, el de correos, el juez menor, así como los jefes de la oficina de telégrafos y de la estación del tren, este último cargo ya en la actualidad inexistente en Izúcar. También se encontró una misiva firmada por el señor Bruno Guerrero Reyes, a quien se le invitó a ser orador principal del evento cívico en conmemoración por la promulgación de la constitución; dicho personaje, quien años antes fue Jefe Político de Izúcar y era médico, se disculpa por declinar a tan alto honor, argumentando estar enfermo: mi condición enfermiza, me impide dedicarme a labores intelectuales, para poder llenar satisfactoriamente el nombramiento por tratarse de un asunto de trascendental importancia que es muy preciso dilucidar perfectamente ante el público, comenta el referido personaje en el oficio antes citado. 




Como se puede interpretar no solo hubo un paseo cívico, en palabras llanas un desfile, para celebrar el nacimiento de la nueva constitución mexicana, sino también una ceremonia; a lo anterior se debe agregar que la novel carta magna se publicó en un bando solemne, tal como hasta la fecha se sigue haciendo con los programas de fiestas patrias; lo anterior se desprende del oficio enviado por el Jefe de las Armas al alcalde izucarense, en donde confirma la participación de un pelotón de infantería y caballería, en dicha proclamación solemne. Vale la pena mencionar que la presencia militar en Izúcar se puede rastrear desde 1910, con la salvedad de que variaba la brigada que tenía asiento en la ciudad, en este caso en particular, era la brigada 16 del ejército constitucionalista. 


Por último en torno a esta conmemoración, se hace patente la presencia de ciertas agrupaciones políticas destacadas, de manera particular se tiene un oficio firmado por el vicepresidente del Club Antirreleccionista Miguel Cástulo Alatriste de nuestra ciudad, quienes se dan por enterados de la ceremonia por la promulgación de la Carta Magna; conviene recordar que el origen de estos clubes se remonta a antes de 1910, cuando surgen como alternativas políticas para socavar el sistema dictatorial porfiriano, sin duda el club más famoso en el estado de Puebla fue el llamado “Luz y Progreso”, cuyo presidente fue nada más y nada menos que Aquiles Serdán, protomártir de la revolución mexicana. 

El club antirreleccionista izucarense se ha encontrado mencionado en otros documentos del archivo participando activamente en la vida política municipal, pero esto deberá ser motivo de una futura colaboración. No queda más que resaltar la relevancia del nacimiento de una nueva constitución hace ya 100 años, hecho trascendental que no pasó desapercibido para las autoridades y la ciudadanía izucarense de aquel 1917.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Algunas noticias sobre el Plan de Ayala en la región de Izúcar de Matamoros


Este breve escrito tiene como fuente la documentación existente en el Archivo Municipal de Izúcar de Matamoros, en donde se han localizado tres legajos de más de 100 fojas con documentos relativos a las actividades del zapatismo en la región; cabe mencionar que lo revisado hasta la fecha en este repositorio, tenía años de no haber sido tocado, y corresponde a la documentación que llegaba a la Jefatura Política del Distrito de Matamoros y que se remonta a partir del año 1900.

Conviene hacer notar que las jefaturas políticas fueron instancias de gobierno intermedias entre los gobernadores y los presidentes municipales, las cuales aunque se originan desde principios del siglo XIX vía la Constitución de Cádiz en España, tuvieron un importante y vital papel en el sostenimiento del régimen dictatorial porfirista; si bien los jefes políticos traspasaron el inicio del movimiento revolucionario, su muerte definitiva se dio con la Constitución de 1917 aunque ya en 1914 Carranza había decretado su desaparición (Mecham, 1984).

La correspondencia de la cual se han podido sacar interesantes datos de la situación en que se encontraba Izúcar de Matamoros y su jurisdicción es fundamentalmente la que se dio entre las autoridades municipales o auxiliares con el Jefe Político y cubre buena parte del año de 1911; en estas comunicaciones la constante era pedir el apoyo e intervención en los casos necesarios así como dar informes pormenorizados de la situación que reinaba debido a las operaciones de las fuerzas zapatistas.

De allí en adelante los documentos del repositorio izucarense hacen hincapié en sucesos ocurridos tanto en poblaciones que pertenecían a la municipalidad de Izúcar así como en otros municipios tales como Huehuetlán El Grande, Acteopan, Tlapanalá, Tepeojuma, Coatzingo, Tilapa, Tepexco o Ahuatlán; se debe recordar que se está en un momento donde el movimiento liderado por Zapata se englobaba dentro del proyecto maderista y varios liderazgos de menor rango que el caudillo de Anenecuilco, realizaban operaciones por el suroeste de la entidad poblana; en todos los casos estos reportes se transcribían al gobierno del estado y a los responsables de las armas que residían en Izúcar, como cabecera de la jefatura política.

Un punto interesante en la revisión realizada tiene que ver con el llamado Plan de Ayala, documento de suma relevancia para el ideario social zapatista, del cual hay registro de su conocimiento en la región de estudio. Las noticias sobre esto corresponden a lo sucedido en el municipio de Tlapanalá, demarcación municipal vecina de Izúcar, sede de la jefatura política.

El 11 de diciembre llegaron los revolucionarios a las órdenes de Pedro D. Gante y Trinidad Ariza, quienes le presentaron una copia de éste sin firmas al alcalde Eulalio León; además dichos jefes zapatistas también le mostraron sus nombramientos de coronel y capitán respectivamente, firmados en Huehuetlán por el Gral. Brigadier Jesús Navarro; se trascribió al gobierno del estado el contenido del plan y se anexó a la misma el original presentado por los lideres revolucionarios ya comentados; al mismo tiempo pidieron forraje y dinero, otorgándoseles por unos pobladores de Tlapanalá la cantidad de 10 pesos.

En el mismo tenor de lo referente al plan, el 25 de diciembre una gavilla de zapatistas al mando de los coroneles Felipe Baquero y Daniel Mantilla, así como del capitán Antonio Gutiérrez, dejan en la plaza publicado el plan pero ahora si con las firmas de Zapata y varios de sus oficiales; cabe mencionar que tanto Baquero como Gutiérrez fueron dos de los firmantes del plan[1]; los zapatistas dejaron esa misma noche Tlapanalá, no sin antes exigir dinero a los pobladores; de lo anterior se informó tanto al gobierno del estado como al jefe de las armas de Izúcar, remitiéndose el impreso a la primera instancia.

Existe otra referencia sobre el Plan de Ayala, esto en la comunidad de Tepapayeca, a pocos kilómetros de Tlapanalá, a cuya demarcación municipal pertenece; se trata de la presencia del ya comentado líder zapatista Trinidad Ariza quien junto con 30 hombres llega a Tepapayeca pidiendo zacate y les muestra una copia del Plan de la Villa de Ayala, para luego retirarse hacia el noreste; esto sucedió el 19 de diciembre y aparece en los documentos del Archivo Municipal de Tlapanalá (Martínez Tapia, 2013:78).

El tener precedente de la proclama de este documento en la región es una noticia relevante, por el aporte ideológico con el que cubre esta proclama al movimiento zapatista y la cual se traslapa a la región izucarense; se sabe que tras la firma del plan, se hicieron varias copias para distribuirse, pero el hecho de conocer la existencia de una copia con firmas proclamada en una plaza de una comunidad, es sin duda una noticia extraordinaria; sin duda valdría la pena seguir la pista de estas copias que pudieran estar en algún archivo de la ciudad de Puebla, lo más probable en el Archivo General del Estado de Puebla.


Bibliografía

4  Archivo Municipal de Izúcar de Matamoros (AMIM), Cajas 20 y 13.
& MARTÍNEZ Tapia, Vladimir. “Ecos de la Revolución Mexicana en Tlapanalá: un acercamiento al Archivo Histórico de Tlapanalá de los años 1911-1912” en Tlapanalá Cauce Histórico e Identidad, H. Ayuntamiento Constitucional de Tlapanalá, Puebla, 2013, pp. 69-82.
& MECHAM, J. Lloyd. “El Jefe Político en México” en Secuencia, No. 4 enero-abril de 1986, pp.143-156.
& PLAN DE AYALA 1911, Edición Facsimilar con  presentación de Valentín López González, Cuernavaca, LI Legislatura del Estado de Morelos,  2010.




[1] En los firmantes del Plan de Ayala aparece como Felipe Vaquero, pero se considera se refiere al mismo personaje.



sábado, 29 de octubre de 2016

HEROICA IZÚCAR DE MATAMOROS, EN SU 191 ANIVERSARIO DE ELEVACIÓN A CIUDAD

*Reseña leída en la ceremonia cívica realizada por el ayuntamiento izucarense,  frente a la Casa Colorada y previa a la colocación de una ofrenda floral en el monumento a Mariano Matamoros.



Con el nacimiento de México como país independiente, muchos de los caudillos que participaron en el movimiento libertador fueron homenajeados de distintas maneras, una de ellas fue agregar sus apellidos en los lugares donde nacieron, murieron o donde tuvieron alguna acción destacada. Este es el caso de  nuestro Izúcar, hoy de Matamoros, a la cual se le adicionó el apellido de este destacado insurgente y cura, por decreto del Congreso de Puebla, con fecha 29 de octubre de 1825; en este mismo decreto, número 155, también se le cambia la categoría poblacional a Izúcar pues pasa de ser pueblo a ciudad, situación extraordinaria por saltarse la categoría de villa. A diferencia de otras ciudades de nuestro estado como la capital Puebla o Atlixco, en Izúcar no hubo una nueva fundación española como tal, ni un traslado del asentamiento prehispánico a un nuevo emplazamiento, como por ejemplo en Tehuacán o Huejotzingo, es más en las cartas que envía el conquistador Hernán Cortes a su majestad Carlos I de España se refiere a Itzocan (el nombre en náhuatl de Izúcar) como una ciudad con muchos templos y un sistema de canales muy bien trazado, la cual costó mucho trabajo a los europeos y sus aliados tlaxcaltecas tomar en septiembre de 1520. Si bien el cura Mariano Matamoros no nació ni murió en Izúcar, aquí tuvo momentos brillantes para la lucha independentista de México, pues participó en la batalla del 17 de diciembre de 1811 al lado del Generalísimo Morelos (cabe mencionar que por este hecho de armas Izúcar tiene el título de Heroica) y entre los meses de junio y octubre de 1812 formó una serie de milicias, que para algunos historiadores se considera el primer ejército mexicano; además promovió uno de los primeros festejos a nivel nacional del Grito de Dolores del cura Hidalgo, a través de una solemne misa en la entonces parroquia de españoles de Santa María de la Asunción. Pero la historia de nuestra cabecera municipal es mucho más amplia, no se pueden dejar de mencionar hitos como la fundación del convento de Santo Domingo de Guzmán o el establecimiento del hospital juanino; o en épocas posteriores el papel de Izúcar en la Guerra de Reforma con la figura de Miguel Cástulo de Alatriste y más recientemente en el tiempo, las acciones relacionadas de la Revolución Mexicana donde Emiliano Zapata no puede ser dejado de enlistar. Izúcar la cuna del Árbol de la Vida, el corazón de la antigua Coatlalpan, la ciudad de los 14 barrios, la del homenaje al caudillo Matamoros, la heroica que sigue escribiendo su historia día con día, bajo el ardiente sol del suroeste poblano. Quiero cerrar esta sucinta reseña con unas bellas palabras expresadas de nuestra Izúcar por el Arzobispo angelopolitano Pedro Vera y Zuria en 1925, año precisamente en Izúcar cumplía un centenario de ser ciudad de manera oficial: “El día 7, a las 11 a. m., el Ferrocarril Interoceánico me trajo a esta hermosa ciudad de Izúcar, situada a orillas del rio Nexapa; puerta del Sur, que conduce a la frondosa costa del Pacifico. Su situación geográfica, la feracidad de su suelo, el carácter amable de sus habitantes, el ambiente dulce y placentero que se respira la colocan en el primer lugar de la región suriana.” Feliz cumpleaños 191 a nuestra heroica ciudad de Izúcar de Matamoros.


viernes, 30 de septiembre de 2016

José María Morelos y Pavón, en el 251 aniversario de su natalicio


*Reseña leída en la ceremonia cívica organizada por el ayuntamiento izucarense en el Parque Pavón, 30 de septiembre de 2016.

Fue la otrora ciudad de Valladolid, hoy llamada Morelia en su honor, la que lo vio nacer en un día como hoy pero del año de 1765; tuvo una infancia difícil pues a los 8 años debió empezar a trabajar para ayudar a la familia, conociendo las labores del campo, aunque siempre tuvo inquietud por los estudios formales. Ese interés lo llevó a entrar al Colegio de San Nicolás, donde su rector fue ni más ni menos que el mismísimo Miguel Hidalgo; posteriormente entró al Seminario Tridentino para ser ordenado sacerdote en 1797. Su primer encargo como presbítero fue ser vicario en Uruapan, para luego pasar a ser cura interino de Churumuco; su siguiente misión fue la parroquia de Carácuaro y Nocupétaro,  de donde salió para unirse a la lucha por la Independencia, a los 45 años de edad. Tras la entrevista en Charo con su antiguo mentor Hidalgo, Morelos puso manos a la obra para organizar la lucha haciendo campaña por lo que son hoy los estados de Guerrero, Puebla y Morelos; también a él se le unieron a la causa importantes caudillos como los Galeana, los Bravo o Vicente Guerrero. Durante su paso por la entonces intendencia poblana, Morelos toma Chilapa, Chiautla y llega a nuestra Izúcar el 10 de diciembre de 1811, en medio de la alegría de la comunidad; aquí celebra la misa por la festividad de la Virgen de Guadalupe y recibe la adhesión del cura don Mariano Matamoros; ambos personajes lideran a los insurgentes y al pueblo izucarense para derrotar a los realistas de Miguel Soto Maceda el 17 de diciembre de ese mismo año. A Morelos le toca vivir el sitio de Cuautla, uno de los episodio más memorables de la guerra de Independencia; otras de sus proezas militares fueron las tomas de Oaxaca en 1812 y un año después el asalto al puerto de Acapulco. Desde este lugar sale la convocatoria al llamado Congreso de Chilpancingo, el cual fue inaugurado el 14 de septiembre de 1814 y en donde Morelos presentó los famosos “Sentimientos de la Nación”, joya literaria del pensamiento del Generalísimo, quien en esta reunión pidió ser llamado simplemente “Siervo de la Nación”; el 6 de noviembre de ese mismo año se expide la declaración de Independencia, en la cual permea mucho la posición de Morelos con respecto a un país independiente de España. A partir de las muertes de Matamoros, éste fusilado en Valladolid y de Hermenegildo Galeana en batalla, las tropas de Morelos vieron su estrella declinar; velando por la seguridad del Congreso de Chilpancingo este pasa a Tehuacán para luego en la localidad de Temalaca, Puebla, ser atacado por los realistas; Morelos logra organizar la huida de los miembros del congreso pero el cae prisionero. Llevado a la ciudad de México, don José María, es sujeto de la acción de la justicia civil y de la Iglesia, se le degrada como sacerdote y se le condena a morir. Para no generar revuelo se le traslada al pueblo de Ecatepec, al norte de la capital, donde es fusilado el 22 de diciembre de 1815, con lo que se pone fin a la segunda etapa de la guerra de independencia nacional. Sin duda Morelos fue un hombre excepcional por sus dotes militares y con un brillante pensamiento en lo que respecta a las libertades del hombre; se cuenta que Napoleón Bonaparte exclamó cuando supo de las proezas de Morelos: “Si tuviera cinco hombre como Morelos, conquistaría al mundo”, de ese tamaño fue la grandeza de este cura hecho soldado, el cual nuestra heroica ciudad tuvo el honor de tenerlo entre sus calles peleando por la causa de independencia nacional.

Retrato de José María Morelos, siglo XIX,  que se conserva en la Casa Colorada, H. Izúcar de Matamoros, Puebla.

martes, 27 de septiembre de 2016

27 de septiembre, CXCV Aniversario de la Consumación de la Independencia Nacional


*Reseña leída en la ceremonia cívica organizada por el Ayuntamiento de Izúcar de Matamoros, en el Parque Pavón.

Es la entrada del llamado Ejercito Trigarante a la ciudad de México, la que se considera como la fecha oficial de consumación del largo y complicado proceso por el cual México obtuvo su libertad de la metrópoli española. Sin embargo, para el imaginario colectivo es el 16 de septiembre, inicio del proceso, la fecha que ha perdurado y se asocia con la independencia de México; poca ajaraca se le hace al 27 de septiembre, aunque siendo realistas debería tener más peso en las conmemoraciones patrias. Fue el de Agustín de Iturbide, un militar criollo, el liderazgo más fuerte en la última fase de la lucha emancipadora de la otrora Nueva España, una paradoja si consideramos que Iturbide fue uno de los más temible caudillos que infringieron derrotas al bando insurgente. A este se sumaron líderes de importantes sectores sociales de la moribunda colonia así como algunos de los pocos combatientes insurgentes que habían sobrellevado la causa como son Vicente Guerrero, Nicolás Bravo o Guadalupe Victoria. El acta de independencia firmada un día después de la llegada del ejército de las tres garantías dice lo siguiente: La nación mexicana que, por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido. Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados y está consumada la empresa, enteramente memorable, que un genio, superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su patria, principio en Iguala, prosiguió y llevo al cabo, arrollando obstáculos casi insuperables. Habían pasado 11 años de conflicto y lucha, atrás quedaban los Hidalgo, los Allende, los Morelos, los Matamoros y muchos más, se había pasado de pensar en únicamente en el regreso de un rey venido a menos, a fundamentar la idea de un país nuevo; herencia sin duda de la raíz española y católica del novel país es el establecimiento de un imperio mexicano, cuya efímera corona se ceñiría sobre el propio Iturbide. Si se pone en perspectiva este momento histórico se deben reconocer los factores que contribuyeron a que España no presentara una oposición más férrea a la escisión mexicana, sobre todo su situación política y económica, por el otro la conveniencia de la sociedad criolla, la cual detentaba el poder económico, mas no político de la Nueva España y la cual vio la oportunidad de encumbrarse, y si no únicamente basta echar un vistazo a las firmas del acta de independencia ya referida. Sea como sea México nació, con muchas diferencias y desigualdades, muchas todavía subsistentes pero emergió para contar una nueva historia; se lee en la ya referida acta de Independencia:  Restituida, pues, esta parte del Septentrión al exercicio de cuantos derechos la concedió el autor de la Naturaleza, y reconocen por inenagenables y sagrados las naciones cultas de las tierra; en libertad de constituirse del modo que más convenga a su felicidad; y con representantes que puedan manifestar su voluntad y designios […] La pregunta que queda en el aire a 195 años de esta consumación es, si nuestros representantes han manifestado la voluntad de un país para buscar su felicidad, hagamos un rápido flashback en nuestra historia y sobre todo habrá que pensar en la realidad en la cual vivimos, y cada uno tendrá la respuesta más conveniente.

martes, 13 de septiembre de 2016

13 de septiembre, CLXIX Aniversario de la heroica defensa del Castillo de Chapultepec


*Reseña leída el 13 de septiembre de 2016 en la ceremonia organizada por el H. Ayuntamiento de Izúcar y celebrada en el Parque Pavón.

“Y así humanizado ese precioso bosque, verlo lastimado, herido, atropellado por el invasor, me atormentaba como si viera pisoteado y ultrajado el cuerpo de mi padre”, con estas sentidas palabras el notable escritor y político liberal Guillermo Prieto, da su testimonio de lo sucedido aquel infausto 13 de septiembre.

El cerro de Chapultepec, hoy abrazado por la mancha urbana de la ciudad de México, ha sido desde la época prehispánica un lugar relevante por los hechos  que allí han tenido lugar; si se habla de un castillo en México, no hay duda que el imaginario colectivo recurre a la imagen de una estructura que ha sido casa de emperadores y presidentes, sede del Colegio Militar y hoy día el Museo Nacional de Historia. El difícil nacimiento de nuestro México como una nación tiene uno de sus capítulos más celebres el sucedido precisamente en Chapultepec, un 13 de septiembre de 1847, cuando las tropas invasoras norteamericanas se abalanzaban sobre nuestra tierra. Para más de un estudiante, la historia oficial ha sacralizado la participación de los jóvenes cadetes del Colegio Militar en este hecho bélico, el cual aunque fue una derrota para la causa nacional, se recuerda con mucha vehemencia por el arrojo y tenacidad de quienes en el participaron. La toma del castillo, cuya defensa estaba a cargo del General Nicolás Bravo, duró alrededor de dos horas, quedando registrado como el combate que causó más bajas a las tropas norteamericanas en el menor tiempo de combate. Los invasores atacaron la plaza por cuatro flancos, el castillo había sufrido una lluvia de más de 2 mil proyectiles desde el día anterior y menciona Bravo en su parte de guerra que la fuerza defensora del castillo constaba de poco más de 800 individuos, sin incluir a los cadetes y personal del colegio, contra una fuerza norteamericana de cerca de 7 mil individuos.

En esta conmemoración vitoreamos los nombres de seis héroes: Agustín Melgar, Juan de la Barrera, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, el poblano Vicente Suarez y Juan Escutia, este último a quien la leyenda dice se arrojó al vacío envuelto en el lábaro patrio; pero cuantos más no cayeron en Chapultepec o en otras de las múltiples batallas de la intervención yanqui; varias crónicas reconocen por ejemplo a otros nombres no tan conocidos como el general Felipe Santiago  Xicoténcatl y su valerosa tropa del batallón de San Blas o bien el coronel Juan Cano y Cano o un general de apellido Pérez; la sangre de éstos y otros héroes anónimos quedó regada entre los milenarios árboles del cerro del chapulín y las paredes del vetusto castillo.


Hoy México quizá ya no sufre una invasión física pero si de otras índoles, ideológica, económica, ambiental. En nuestros días ya no se teme de las figuras como los fue en su momento el general Winfield Scott, ganador de la batalla de Chapultepec, pero aún siguen habiendo hombres extranjeros de talante negativo que con su actuar y decir denigran a nuestra patria; sólo queda reflexionar, ¿se debe recibir a este tipo de personas y dialogar con ellas?, dejamos esa pregunta al aire y con el recuerdo de la gesta de Chapultepec.