domingo, 17 de enero de 2010

Réquiem por una tradición: Francisco Flores y los Árboles de la Vida

En mayo de 2009 recibí la fatídica noticia por parte de mi buen amigo el cronista de Izúcar Manuel Sánchez Cruz, de que el artesano Francisco Flores había fallecido; para quien no lo sepa “don Panchito” era el ultimo eslabón de una larga tradición familiar dedicada a la elaboración de artesanías en barro policromado de Izúcar; y digo el último eslabón por que él mismo comentaba que ninguno de sus descendientes había aprendido del todo a trabajar el barro (sus hijas le ayudaban a pintar sus trabajos).

Varias veces comenté con el cronista Sánchez de lo lamentable que sería cuando don Panchito se nos adelantara en el camino pues con él se acabaría toda una tradición en la elaboración de los famosos Árboles de la Vida y en general de las artesanías de barro policromado, y desgraciadamente sucedió. Aunque el trabajo del señor Flores no era tan difundido como el de la familia Castillo (cuyos integrantes han llevado el trabajo del barro policromado a ser reconocido no sólo en el país sino allende de las fronteras), constituía un estilo más tradicional y que remitía de alguna manera a la plástica prehispánica. Si bien no podría decir que soy un conocedor del arte popular y la artesanía de nuestro país y que en realidad conocí poco al señor Flores, no por ello no dejo de lamentar el suceso, sobre todo bajo el entendido de que la tradición del barro policromado de nuestra ciudad de Izúcar constituye un patrimonio inmaterial que muy pocos izucarenses conocen y por lo mismo no valoran del todo.

No obstante debo decir que fui privilegiado al conocerlo a él y a su trabajo, por lo cual esta pequeña introducción sirve para poner al alcance de los cibernautas que naveguen en la red, una traducción libre hecha por su servidor, de un articulo publicado en el 2003 por el Museo Fowler de Historia Cultural de la Universidad de California en Los Ángeles, en donde los antropólogos Elizabeth Snoody y Luis Fernando Rodríguez, dan cuenta acerca de los artesanos izucarenses dedicados a fabricar los famosos Árboles de la Vida; la obra editorial fue consecuencia de una exposición de arte popular mexicano en dicho museo, el cual cuenta con piezas de Izucar entre sus colecciones.

El articulo en cuestión se encuentra publicado en inglés en una obra mas amplia donde se hace un recorrido por la historia, la tecnología y los artesanos involucrados en la fabricación de este tipo de piezas, reconocidas no solo en México sin en varias partes del extranjero. Yo tuve la oportunidad de consultar el referido libro en la biblioteca personal de mi buen amigo Manuel Sánchez, quien por cierto contribuyó al trabajo de los colegas antropólogos Snoody y Rodríguez, y además fue uno de los más entusiastas promotores del trabajo de don Panchito y en general de las artesanías izucarenses. Como bien dice don Manuel, haciendo referencia a la obra de la universidad estadounidense, allí se comprueba, que Izúcar es la cuna de los Árboles de la Vida.


Si bien en mi opinión hay algunas cosas en las que no estoy de acuerdo del ensayo, no por eso deja de ser relevante ponerlo al alcance de un mayor número de personas, sobre todo de Izúcar; con esto se aprovecha el trabajo que significó traducirlo como parte de los materiales que estoy utilizando en algunas investigaciones personales sobre el patrimonio cultural de nuestra comunidad izucarense; sin embargo debo reconocer que no soy un experto en traducciones y es la primera vez que completo un articulo, por lo cual es una trabajo libre con meros propósitos de divulgación; la traducción se encuentra en PDF y aunque hace referencia a fotos en el libro, es únicamente el texto; espero que disfruten del articulo, que de alguna manera es un sencillo homenaje a don Panchito, quien donde quiera que esté, esperemos siga trabajando el barro.

3 comentarios:

  1. Recién supe del maestro Francisco por el libro "Cerámica popular mexicana" de Carlos Espejel. Soy amante del arte popular mexicano e incluso vivo cerca de Izucar pero no he ido por mi candelabro porque sé que debo invertir una buena suma, sin embargo, cada vez me he vuelto más exigente.
    Cuándo compre mi candelabro (nunca un árbol de la vida) tiene que poseer anilinas por supuesto.
    Me puedes ayudar a encontrar alguno o algún artesano que no haya impuesto otras modas en su trabajo.
    Lo mismo pasó con los incensarios de Huaquechula, aunque tienen los motivos tradicionales ya sólo el maestro Ignacio Peralta sólo utiliza pintura comercial.
    El arte popular mexicano no es, pero ni de cerca, lo que fue. Disfrutemos lo poco que queda.

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  3. Me lleve una grata sorpresa al encontrar este blog con material verdaderamente interesante. Sin duda regresaré a aprender más sobre la apasionante historia izucarense de la cual vagas nociones tenía.
    Gracias por ofrecernos contenido de excelente calidad, disfrute leyendo su traducción de esta obra.

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