*Reseña leída en la ceremonia cívica organizada por el ayuntamiento izucarense en el Parque Pavón, 30 de septiembre de 2016.
Fue
la otrora ciudad de Valladolid, hoy llamada Morelia en su honor, la que lo vio
nacer en un día como hoy pero del año de 1765; tuvo una infancia difícil pues a
los 8 años debió empezar a trabajar para ayudar a la familia, conociendo las
labores del campo, aunque siempre tuvo inquietud por los estudios formales. Ese
interés lo llevó a entrar al Colegio de San Nicolás, donde su rector fue ni más
ni menos que el mismísimo Miguel Hidalgo; posteriormente entró al Seminario
Tridentino para ser ordenado sacerdote en 1797. Su primer encargo como
presbítero fue ser vicario en Uruapan, para luego pasar a ser cura interino de
Churumuco; su siguiente misión fue la parroquia de Carácuaro y Nocupétaro, de donde salió para unirse a la lucha por la
Independencia, a los 45 años de edad. Tras la entrevista en Charo con su
antiguo mentor Hidalgo, Morelos puso manos a la obra para organizar la lucha
haciendo campaña por lo que son hoy los estados de Guerrero, Puebla y Morelos;
también a él se le unieron a la causa importantes caudillos como los Galeana,
los Bravo o Vicente Guerrero. Durante su paso por la entonces intendencia
poblana, Morelos toma Chilapa, Chiautla y llega a nuestra Izúcar el 10 de
diciembre de 1811, en medio de la alegría de la comunidad; aquí celebra la misa
por la festividad de la Virgen de Guadalupe y recibe la adhesión del cura don
Mariano Matamoros; ambos personajes lideran a los insurgentes y al pueblo
izucarense para derrotar a los realistas de Miguel Soto Maceda el 17 de
diciembre de ese mismo año. A Morelos le toca vivir el sitio de Cuautla, uno de
los episodio más memorables de la guerra de Independencia; otras de sus proezas
militares fueron las tomas de Oaxaca en 1812 y un año después el asalto al
puerto de Acapulco. Desde este lugar sale la convocatoria al llamado Congreso
de Chilpancingo, el cual fue inaugurado el 14 de septiembre de 1814 y en donde
Morelos presentó los famosos “Sentimientos de la Nación”, joya literaria del
pensamiento del Generalísimo, quien en esta reunión pidió ser llamado
simplemente “Siervo de la Nación”; el 6 de noviembre de ese mismo año se expide
la declaración de Independencia, en la cual permea mucho la posición de Morelos
con respecto a un país independiente de España. A partir de las muertes de
Matamoros, éste fusilado en Valladolid y de Hermenegildo Galeana en batalla,
las tropas de Morelos vieron su estrella declinar; velando por la seguridad del
Congreso de Chilpancingo este pasa a Tehuacán para luego en la localidad de
Temalaca, Puebla, ser atacado por los realistas; Morelos logra organizar la
huida de los miembros del congreso pero el cae prisionero. Llevado a la ciudad
de México, don José María, es sujeto de la acción de la justicia civil y de la
Iglesia, se le degrada como sacerdote y se le condena a morir. Para no generar
revuelo se le traslada al pueblo de Ecatepec, al norte de la capital, donde es
fusilado el 22 de diciembre de 1815, con lo que se pone fin a la segunda etapa
de la guerra de independencia nacional. Sin duda Morelos fue un hombre
excepcional por sus dotes militares y con un brillante pensamiento en lo que
respecta a las libertades del hombre; se cuenta que Napoleón Bonaparte exclamó
cuando supo de las proezas de Morelos: “Si tuviera cinco hombre como Morelos,
conquistaría al mundo”, de ese tamaño fue la grandeza de este cura hecho
soldado, el cual nuestra heroica ciudad tuvo el honor de tenerlo entre sus
calles peleando por la causa de independencia nacional.
Retrato de José María Morelos, siglo XIX, que se conserva en la Casa Colorada, H. Izúcar de Matamoros, Puebla.