martes, 5 de mayo de 2015

Batalla del 5 de Mayo de 1862, en su 153 aniversario

*Reseña leída en la ceremonia cívica organizada por el Ayuntamiento de Izúcar en el Parque Pavón, 5 de mayo de 2015.


Fue alrededor de las 7 de la noche del 5 de mayo de 1862, cuando las tropas francesas emprendieron la retirada de la ciudad de Puebla, a una cercana hacienda llamada de los Álamos y luego hacia Amozoc;  así lo dice en su parte de guerra el general Ignacio Zaragoza, comandante de las tropas nacionales, que tuvieron en ese día una de las más gloriosas victorias del ejército mexicano; más de uno hemos oído la frase con la cual Zaragoza informa del triunfo al presidente Juárez: “las armas nacionales se han cubierto de gloria”. Aunque para muchos efímera y de poco impacto, pues los franceses regresarían meses después y tomarían la capital poblana después de un feroz sitio, esta batalla sin duda se ha convertido en un hecho de mucha trascendencia para la historia de Puebla, sobre todo en un plano emocional, pues aunque fue sólo un hecho de armas, se venció al mejor ejército del mundo en esa época y con ello los ánimos y la moral no solo de las tropas sino de la mayoría de los mexicanos se fortalecieron. Las fuerzas francesas al mando del Conde Lorencez habían tenido un avance rápido desde Veracruz, el propio Zaragoza tenía dudas acerca de si atacarían Puebla, no obstante preparó el terreno con las obras y tropas necesarias. La brigada del general Miguel Negrete fue asignada a la defensa de los fuertes en los cerros de Loreto y Guadalupe, mientras que se formaron tres brigadas más, cada una de mil hombres al mando de Porfirio Díaz, Felipe Berriozábal y Francisco Lamadrid; una más la caballería quedó al mando del general Álvarez. A las 10 de la mañana el enemigo estuvo a la vista, Zaragoza se encontraba en su cuartel del fuerte de los Remedios, Lorencez ordenó que la mayor parte de su tropa se lanzara sobre los cerros y una brigada menor atacara por el frente; las tropas de Díaz y Berriozábal se movieron para apoyar a Negrete. Tres intentonas tuvieron los galos sin éxito, en la última lograron penetrar las trincheras del Fuerte de Guadalupe pero cuerpo a cuerpo los mexicanos los repelieron. Hubo una cuarta intentona pero esta fue rechazada gracias a la intervención de la caballería mexicana, es más Porfirio Díaz y su brigada se lanzaron a perseguir al desorbitado ejército francés pero Zaragoza les ordenó regresar pues no había suficientes efectivos para salir avante de dicha acción; ya con la noche se procedió a levantar del campo los muertos de uno y otro bando. Lorencez culpa en su informe a los conservadores de la derrota por haberle mal informado sobre la situación en Puebla, donde esperaba apoyo total a los invasores, pero como bien dice Zaragoza en su parte ya referido, “el general en jefe del ejército francés se ha portado con torpeza en su ataque”. Queremos cerrar esta sucinta reseña citando una parte del texto que acompaña el álbum de grabados “Las Glorias Nacionales, Álbum de Guerra”, de ese mismo año 1862, donde se ilustra la batalla y se resalta el sentir patriótico de aquella épica jornada: “La victoria del 5 de Mayo, es la rehabilitación de nuestra patria, ante el mundo entero; es una aureola de gloria al derredor de nuestra bandera, y una mancha indeleble en los anales de la Francia. Nunca podrá Napoleón III borrar la nota de infamia que lleva sobre su frente por la injusticia con que nos ha invadido; y sea cual fuere el resultado de la lucha que se prepara, el recuerdo del 5 de Mayo, será para aquel tirano un verdadero castigo, y un blasón de gloria imperecedera para nosotros, que nos atraerá las simpatías y el respeto de todos los corazones generosos”.

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