*Reseña leída en la ceremonia cívica realizada por el ayuntamiento izucarense, frente a la Casa Colorada y previa a la colocación de una ofrenda floral en el monumento a Mariano Matamoros.
Con
el nacimiento de México como país independiente, muchos de los caudillos que
participaron en el movimiento libertador fueron homenajeados de distintas
maneras, una de ellas fue agregar sus apellidos en los lugares donde nacieron,
murieron o donde tuvieron alguna acción destacada. Este es el caso de nuestro Izúcar, hoy de Matamoros, a la cual
se le adicionó el apellido de este destacado insurgente y cura, por decreto del
Congreso de Puebla, con fecha 29 de octubre de 1825; en este mismo decreto,
número 155, también se le cambia la categoría poblacional a Izúcar pues pasa de
ser pueblo a ciudad, situación extraordinaria por saltarse la categoría de
villa. A diferencia de otras ciudades de nuestro estado como la capital Puebla
o Atlixco, en Izúcar no hubo una nueva fundación española como tal, ni un
traslado del asentamiento prehispánico a un nuevo emplazamiento, como por
ejemplo en Tehuacán o Huejotzingo, es más en las cartas que envía el
conquistador Hernán Cortes a su majestad Carlos I de España se refiere a
Itzocan (el nombre en náhuatl de Izúcar) como una ciudad con muchos templos y
un sistema de canales muy bien trazado, la cual costó mucho trabajo a los
europeos y sus aliados tlaxcaltecas tomar en septiembre de 1520. Si bien el
cura Mariano Matamoros no nació ni murió en Izúcar, aquí tuvo momentos
brillantes para la lucha independentista de México, pues participó en la
batalla del 17 de diciembre de 1811 al lado del Generalísimo Morelos (cabe
mencionar que por este hecho de armas Izúcar tiene el título de Heroica) y
entre los meses de junio y octubre de 1812 formó una serie de milicias, que
para algunos historiadores se considera el primer ejército mexicano; además
promovió uno de los primeros festejos a nivel nacional del Grito de Dolores del
cura Hidalgo, a través de una solemne misa en la entonces parroquia de españoles
de Santa María de la Asunción. Pero la historia de nuestra cabecera municipal
es mucho más amplia, no se pueden dejar de mencionar hitos como la fundación
del convento de Santo Domingo de Guzmán o el establecimiento del hospital
juanino; o en épocas posteriores el papel de Izúcar en la Guerra de Reforma con
la figura de Miguel Cástulo de Alatriste y más recientemente en el tiempo, las
acciones relacionadas de la Revolución Mexicana donde Emiliano Zapata no puede
ser dejado de enlistar. Izúcar la cuna del Árbol de la Vida, el corazón de la
antigua Coatlalpan, la ciudad de los 14 barrios, la del homenaje al caudillo
Matamoros, la heroica que sigue escribiendo su historia día con día, bajo el
ardiente sol del suroeste poblano. Quiero cerrar esta sucinta reseña con unas
bellas palabras expresadas de nuestra Izúcar por el Arzobispo angelopolitano
Pedro Vera y Zuria en 1925, año precisamente en Izúcar cumplía un centenario de
ser ciudad de manera oficial: “El día 7,
a las 11 a. m., el Ferrocarril Interoceánico me trajo a esta hermosa ciudad de
Izúcar, situada a orillas del rio Nexapa; puerta del Sur, que conduce a la
frondosa costa del Pacifico. Su situación geográfica, la feracidad de su suelo,
el carácter amable de sus habitantes, el ambiente dulce y placentero que se
respira la colocan en el primer lugar de la región suriana.” Feliz
cumpleaños 191 a nuestra heroica ciudad de Izúcar de Matamoros.