De acuerdo al diccionario de la RAE la palabra heroica se refiere a alguien famoso por sus hazañas o sus virtudes, es por ello que cuando este adjetivo se le adiciona a algún lugar o una ciudad tiene que ver con los hechos sucedidos aquí los cuales fueron sobresalientes o relevantes para la historia de alguna región, un estado o el país mismo.
Este
es el caso de la ciudad de Izúcar de Matamoros, que el pasado 13 de diciembre
de 2012 se unió al reducido grupo de ciudades poblanas como la misma capital
Puebla de Zaragoza, Atlixco o Tetela de Ocampo, en ser declaradas heroicas; en
lo concerniente a la urbe izucarense,
recibió tal distinción del H. Congreso del Estado de Puebla por un hecho de
armas sucedido en plena guerra de independencia, el cual fue documentado en una
investigación realizada por el autor de este texto y sobre el cual haremos
memoria en las siguientes líneas.
Nos
trasladamos al año de 1811 cuando el generalísimo José María Morelos realizaba
campaña por las serranías surianas de la entonces Nueva España; tras haber
tomado poblaciones como Tlapa, Chiautla y Chietla, las tropas insurgentes dirigieron
sus destinos hacia Izúcar, donde fueron recibidos de manera entusiasta y con
alegría el 10 de diciembre. La presencia de Morelos en Izúcar, desató la
incertidumbre de las autoridades civiles y religiosas en la ciudad de Puebla,
pues se temía un ataque.
Es
así que el comandante militar de Puebla, Ciriaco de Llano envía una columna de
600 hombres al mando del coronel Miguel Soto y Maceda, para atacar a Morelos en
Izúcar; al estar preparando la defensa del poblado, se presenta ante el “Siervo
de la Nación” el también cura Mariano Matamoros y Guridi, párroco del vecino
pueblo de Jantetelco, quien con algunas personas se pone a sus órdenes; ambos
clérigos celebran misa en la entonces parroquia de naturales de Santo Domingo,
donde invitan a los izucarenses a unirse a la lucha por la independencia.
El 17 de
diciembre las tropas realistas comandadas por
Soto y Maceda se presentaron en Izúcar, comenzando el ataque por dos
flancos, por una parte el teniente Pedro Micheo con una columna se apoderó del
cerro del Calvario para atacar desde aquí y por el otro el propio Maceda avanzó
directo sobre la plaza mayor (el actual zócalo). Le damos la palabra al relato
de don Lucas Alamán, quien en su Historia
de México anota lo siguiente:
[…] llegando a la plaza encontraron
en las entradas de ésta formados parapetos de piedra defendidos por artillería
y fusilería, las casas circunvecinas coronadas de gente, armada de piedras,
hondas y flechas. En vano por cinco horas empeñaron el ataque habiendo Soto
recibido dos heridas mortales de bala, una en la cabeza y la otra en el
vientre, tuvo que dejar el mando al capitán don Mariano Ortiz, quien dispuso la
retirada […]
La
retirada de los realistas los llevó hasta el cerro de la Galarza, al norte de
Izúcar, donde los insurgentes cuando llegó la noche atacaron de nuevo, de tal
manera que en medio de la confusión abandonaron algunas piezas de artillería
refugiándose en la cumbre del referido cerro; tras varias horas de pelea, en
donde hasta el mismo Morelos se dio tiempo de participar, por fin alrededor de
las 11 de la noche los insurgentes dejaron de atacar y así los realistas
pudieron continuar con su retirada en dirección a la ciudad de Puebla; Soto y Maceda
moriría días después por las heridas de la batalla en Izúcar.
Hasta
aquí algo del hecho histórico que llevó a la declaratoria, pero en qué
consistió la relevancia del acontecimiento, primeramente se debe pensar en lo sucedido
en la ciudad de Puebla, al saberse de la derrota, si ya había temor, éste se
multiplicó; con Izúcar dominado, el camino hacia la ciudad de los Ángeles se
veía libre para Morelos y compañía; además contar con el dominio de Izúcar, un
punto vital de las comunicaciones en el suroeste de la entonces intendencia de
Puebla y cabecera de una región con alta producción agrícola (el principal
productor de azúcar de la intendencia), proveía de ventajas estratégicas al
ejercito insurgente. Un último elemento que vale la pena resaltar es el descontento
social existente en la región izucarense, donde una población mayoritariamente
indígena vivía en constante conflicto con la
pequeña élite española, dueña de las grandes haciendas azucareras; es
por esto que el movimiento insurgente tuvo un fuerte eco, como una manera de
buscar el cambio a la situación de injusticia social reinante.