* Ponencia
presentada en la XIX Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología,
celebrada en la ciudad de Puebla, en
2010; las memorias en CD se publicaron en 2011.
Introducción
El presente trabajo es una consecuencia indirecta de
la investigación que el suscrito se encuentra realizando acerca de la
conservación del patrimonio arquitectónico religioso de la región de Izúcar de
Matamoros, en el suroeste del estado de Puebla, como parte de un proyecto de
tesis de maestría. Es indirecta pues deriva de la investigación documental
realizada desde hace aproximadamente unos dos años en el Archivo Parroquial de
Izúcar de Matamoros, actividad que se hizo en conjunto con el cronista de Izúcar,
señor Manuel Sánchez Cruz y que fue la semilla que llevó a la clasificación del
referido repositorio por parte de ADABI de México. La revisión tenía como fin
obtener datos acerca de uno de los casos de estudio de la tesis: el antiguo
monasterio dominico de la misma Izúcar pero mostró interesantes posibilidades
de generar otras líneas de estudio, como es el caso que se trata en esta
ponencia; no sobra decir que el trabajo es preliminar, por lo cual se espera a
futuro poder seguir trabajando en el tema, con lo cual aportar mayores
elementos para contribuir a conocer y reconocer la historia de esta zona de la
entidad poblana.
La ciudad de Izúcar de Matamoros, tiene sus orígenes
en el asentamiento prehispánico de Itzocan, el cual al momento de la conquista española
era el de mayor jerarquía de la provincia conocida como la Coatlalpan y estaba
bajo el control de los aztecas, apareciendo su topónimo en la Matrícula de Tributos, en la lámina de
la provincia de Tepeyácac; sin embargo la presencia humana en la región puede
rastrearse hasta el Preclásico, cuyo ejemplo representativo lo constituye el
sitio de Las Bocas, donde la influencia olmeca es palpable. La región fue
evangelizada por los dominicos, quienes construyeron un convento alrededor de
1528, el cual luego fue sustituido por el edifico que actualmente se observa
entre 1540 y 1570 aproximadamente. En la actualidad Izúcar es un centro
regional de comercio y servicios, aunque el cultivo de la caña de azúcar sigue
siendo el principal producto agrícola del municipio y de la región.
Los barrios de
Izúcar: tradición, espacio, historia y nombres
Ya anteriormente se han realizado estudios que han
permitido conocer distintos aspectos histórico-sociales tanto actuales como
coloniales de Izúcar (Karremans, 1983 y 1987; Paredes, 1991; Sánchez, 2004 y
Cepeda, 2004); no sobra decir que varias de las consideraciones aquí
vertidas tienen como fundamento estas
investigaciones, por lo cual a lo largo del texto se remitirá a lo asentado por
dichos autores, contrastándolo con los datos del archivo parroquial y los
existentes en un documento antiguo encontrado en la iglesia del pueblo de
Tatetla, una comunidad ubicada a unos cuantos kilómetros al norte de Izúcar[1]
Primeramente se debe comentar que la conformación
político-administrativa actual de la cabecera municipal reconoce la existencia
de 14 barrios, los cuales rodean la parte central de la ciudad y se encuentran
divididos por el río Nexapa, que corre en sentido norte-sur, estando siete al
oriente y siete al poniente. Como en muchos asentamientos de origen
prehispánico, los barrios de Izúcar conservan un nombre en náhuatl, al cual se
le agregó el de un santo patrón,
impuesto por los religiosos mendicantes; conviene hacer mención que de
manera cotidiana no se usan los dos nombres para designar a los barrios, sino
más bien predomina el nombre del santo y se usa el nombre nahua cuando se trata
de barrios que están dedicados al mismo patrón, pues en Izúcar hay dos barrios
dedicados a San Juan Bautista, dos a la Santa Cruz y dos a Santiago Apóstol.
A pesar del avance de la modernidad, todavía
subsiste entre las personas de los barrios un fuerte sentido de pertenencia
social, el cual queda de manifiesto en el ciclo ritual- religioso que han
mantenido a lo largo de muchos años, cuyo escenario principal la antigua
iglesia conventual de Santo Domingo de Guzmán; en este ciclo el elemento que
más resalta y que a la vez constituye un factor de unidad y fortalecimiento de
los lazos sociales de la gente de los barrios es la Cofradía del Santísimo
Sacramento (ver Karremans, 1987 y Gómez, 2003).
De manera tangible la presencia de los barrios en
Izúcar no solo es perceptible en el ámbito de la vida religiosa sino también en
otros como el económico o el político; en el caso del primer aspecto Karremans
ha asentado la intrínseca relación entre el ciclo ritual de los barrios y los
derechos derivados del uso de aguas para el cultivo (Karremans, 1987:227-229);
en el segundo punto conviene comentar una tradición que desde hace varios años
llevan a cabo las personas de los barrios: previo a la ceremonia del Grito de
Independencia cada barrio hace un arco conmemorativo con carrizo, madera,
papeles de colores y cucharilla; dicho arco se coloca en cada uno de los arcos
del palacio municipal, los cuales tienen un letrero con el nombre de cada
barrio; en total son 15 arcos pues el central es el que ocupa el presidente
municipal; además hay dos arcos a los costados del edificio los cuales ocupan
la colonia denominada San Miguel (costado este) y la de El Calvario (costado
oeste); no sobra decir que durante el grito los inspectores de cada barrio o
colonia ocupan su arco y a la par del munícipe en turno ondean su propia
bandera durante la arenga a los héroes nacionales.
Se menciona la tradición anterior porque se
considera que esta disposición de alguna
manera es un argumento más para documentar la existencia de más de 14 barrios como históricamente se
ha considerado; es en este sentido que cobra relevancia tanto la información
parroquial como la del documento de Tatetla y la tradición oral. En el caso de
San Miguel, ya hay evidencias de que en algún momento de la historia fue un
barrio pues se sabe que contaba con una capilla, como los demás barrios, la
cual quedó muy deteriorada con el movimiento revolucionario y con la
construcción de la carretera panamericana en 1933 muchos terrenos del barrio
fueron afectados quedando solo paredones de la citada capilla (Sánchez,
2004:113); el mismo cronista Sánchez de Izúcar comenta que él todavía llegó a
ver los restos del edificio pero en la actualidad no queda nada pues ya se han
construido viviendas modernas donde se ubicaba; si bien ya no hay capilla, todavía
en la colonia se venera en una casa particular la imagen del arcángel, la cual
acude como todas las imágenes de los patrones de los barrios a la festividad de
Santo Domingo en el templo homónimo del centro de Izúcar; en los registros
parroquiales se pudieron localizar menciones a dicho barrio, tanto en partidas
de bautizo y matrimonio así como un padrón de 1825, pero el dato más relevante
fue hallar su nombre prehispánico: Tectepan o Tectipan, el cual se propone que
signifique “sobre el pedregal“. En cuanto a lo colonia El Calvario, creemos que
heredó el lugar de otro antiguo barrio que también aparece referido en los
archivos parroquiales y sobre el cual existe tradición oral que lo menciona,
este es el barrio de San Andrés; antes de entrar a comentar lo asentado en los
documentos antiguos conviene comentar que la colonia antes citada se ubica en
las laderas del cerro de la Cruz, al oeste de Izúcar y en las inmediaciones de
la vía del ferrocarril; la iglesia que le da el nombre fue construida en 1820 por
el clero secular (Sánchez, 2004:154) aunque el cerro ya se denominaba como El
Calvario desde antes pues se tienen registrados hechos de armas durante la
lucha insurgente y al parecer en esta zona hubo una hacienda (Sánchez,
2007:180). En cuanto a la tradición oral personas del barrio de La Magdalena,
refieren que en algún momento de la colonia ese barrio desapareció pero ellos
se llevaron al santo patrón a su iglesia y en efecto hay una pintura de San
Andrés en la capilla de la Magdalena, la cual de acuerdo al cronista Sánchez
tiene una inscripción en la parte trasera, esperemos a futuro tener oportunidad
de poder cerciorarnos de su existencia.
En cuanto a los registros parroquiales, estos dan luz sobre el barrio de San Andrés, del cual también aparece su nombre prehispánico: Tianquixpan, “el lugar del mercado o del tianguis”; la antigüedad de este barrio se ratifica en el documento de Tatetla, donde aparece enunciado como barrio de los mercaderes o del tianguis; el hecho de que Itzocan haya tenido un barrio de comerciantes, el cual trascendió a la época virreinal, ratifica la importancia económica del asentamiento desde la época prehispánica pues se sabe que era un punto de actividad comercial clave tanto a nivel regional, pues era sede de uno de los dos grandes tianguis de la región así como uno de los dos únicos lugares del imperio azteca donde se comerciaba con esclavos, junto con Azcapotzalco (Paredes, 1991:21); quizá extrapolando demasiado el asunto conviene mencionar que una de las principales vendimias que se realizan en Izúcar es la del 30 de noviembre, día de este apóstol mártir, algo llamativo si se considera que no tiene una iglesia dedicada; además no es casualidad el parecido por el símbolo de la cruz en X con la deidad prehispánica del comercio, Yacatecuhtli.
En cuanto a los registros parroquiales, estos dan luz sobre el barrio de San Andrés, del cual también aparece su nombre prehispánico: Tianquixpan, “el lugar del mercado o del tianguis”; la antigüedad de este barrio se ratifica en el documento de Tatetla, donde aparece enunciado como barrio de los mercaderes o del tianguis; el hecho de que Itzocan haya tenido un barrio de comerciantes, el cual trascendió a la época virreinal, ratifica la importancia económica del asentamiento desde la época prehispánica pues se sabe que era un punto de actividad comercial clave tanto a nivel regional, pues era sede de uno de los dos grandes tianguis de la región así como uno de los dos únicos lugares del imperio azteca donde se comerciaba con esclavos, junto con Azcapotzalco (Paredes, 1991:21); quizá extrapolando demasiado el asunto conviene mencionar que una de las principales vendimias que se realizan en Izúcar es la del 30 de noviembre, día de este apóstol mártir, algo llamativo si se considera que no tiene una iglesia dedicada; además no es casualidad el parecido por el símbolo de la cruz en X con la deidad prehispánica del comercio, Yacatecuhtli.
Pero el archivo parroquial no solo deparó sorpresas
en lo concerniente a la identificación de otros barrios para Izúcar, pues
también sacó a la luz datos sobres los nombres nahuas de algunos barrios;
primeramente se debe mencionar el caso del barrio de la Magdalena, cuyo nombre
indígena se consideraba era Xalmihuacan (Sánchez, 2004); esto no es así pues de
acuerdo a algunas partidas matrimoniales del archivo parroquial el nombre
prehispánico era Ichcatihuacan; este nombre ya lo registra Cepeda en su listado
de barrios que obtuvo de un documento del AGN de 1550 pero lo considera otro
barrio no identificado y no La Magdalena (Cepeda, 2004:38); hemos detectado por
lo menos dos expedientes en el AGN en donde este barrio aparece asociado con Ichcatihuacan;
si se buscara una traducción para la palabra, podría ser “lugar que tiene
algodón”, es decir se podría pensar que era un barrio dedicado a la siembra de
esta fibra o bien a la actividad textil; conviene comentar que la producción de
algodón en la antigua Coatlalpan ya ha sido destacada por autores como Armillas
(1961) así como por Paredes, para quien la entrega de algodón y textiles al
imperio azteca no se hacía vía el centro recaudador de tributo de Tepeaca sino
era directa, además de que enumera varias fuentes primarias y secundarias que
resaltan la alta producción algodonera de la región izucarense tanto en época
prehispánica como virreinal (Paredes, 1991:50-53); para acabar de buscar
argumentos a favor de un posible barrio con vocación textil no se puede dejar
de lado el hecho de que la santa
patrona, si se considera el hecho de una sustitución de deidades por parte de los frailes evangelizadores, es
perfectamente equiparable con la deidad azteca del tejido y las hilanderas,
Tlazoltéotl, “la comedora de inmundicias”, recordemos que María Magdalena fue
la pecadora redimida que luego predicó el evangelio.
En el caso del barrio de San Juan Coahuixtla, los
datos parroquiales permitieron reconocer que el nombre nahua ha sufrido una
deformación que ha cambiado el significado de la palabra, pues en realidad no
es Coahuixtla sino Quahuitlan, es decir “el lugar de la lluvia”; no obstante el
documento de Tatetla lo enlista como Cuahuitlan, pero por las repeticiones en
las partidas sacramentales consideramos que el primero era el nombre original.
Tenemos dos casos en donde no queda claro si las referencias corresponden a un
mismo barrio con dos nombres o son dos diferentes: Tlatilulco- Mihuacan y
Coatlan-Coateco; sobre el primer caso se han podido observar dentro de las
mismas páginas la referencia contigua de ambos, lo cual indicaría dos
demarcaciones distintas aunque en opinión del cronista Sánchez es el mismo
barrio de Mihuacan (Manuel Sánchez, comunicación personal, 2009) y también así
lo considera Cepeda en su listado de barrios de Izúcar (Cepeda, 2004:37); el
documento de Tatetla no menciona ni a uno ni a otro, no obstante en nuestra
opinión el barrio denominado “barrio último de las casas” correspondería a
Mihuacan, pues por el número de tributarios sería uno de los más grandes y si
se considera el hecho de que dicho barrio es uno de los dos barrios cabeceras,
de acuerdo al orden jerárquico derivado de los derechos de agua (Karremans,
1987:228), sería difícil que no apareciera registrado; pero si en efecto
Mihuacan y Tlatilulco fueron dos barrios distintos, este ultimo desapareció y a
diferencia de los casos de San Andrés y San Miguel no perduró con otro estatus;
hay un detalle interesante que podría dar una pista sobre este asunto, resulta
que el templo de este barrio es de construcción reciente pues el templo
original del barrio era el del actual santuario de Santiaguito del centro de la
ciudad, esto debido a que en el año de 1945 el entonces cura de Izúcar Arturo
Márquez quitó la administración del templo a la gente del barrio, al parecer
por malos manejos, y les edifico otra capilla al centro del mismo (Sánchez,
2004:114); el templo de manufactura virreinal no se ubica en el lado oriente
del río Nexapa como habría de esperarse, tomando en cuenta los limites
barriales y la dicotomía barrios orientales-occidentales, sino en la ribera
contraria lo cual da pie a pensar en dos
posibilidades: una que este barrio fuera un caso único por tener tierras en
ambos costados del Nexapa (lo cual rompería el esquema simbólico de la
organización de barrios de Izúcar) o que en realidad el templo haya sido no del
barrio de Mihuacan sino del de Tlatilulco; es interesante mencionar que las
personas que viven por los rumbos de Santiaguito, como se le conoce en Izúcar,
no se consideren asociados a los barrios sino más bien al centro de la ciudad y
que como menciona el cronista Sánchez se tenga la memoria de un barrio de la
espada, pero como distinto al de Mihuacan.
El hecho de contar con un Tlatilulco en Izúcar lleva a considerar, como en otros casos del entonces imperio mexica, que hubo una presencia de los tlatelolcas, la cual al reorganizarse el espacio bajo el nuevo orden español quedó materializada en un barrio; pero la presencia de pueblos ajenos a la Coatlalpan no solo se dio en el caso de Tlatilulco pues hay otros dos casos en Izúcar; uno es el barrio de Huaquechula, donde seguramente residían personas originarias de este antiguo asentamiento de las faldas del Popocatépetl, el cual tuvo una serie de relaciones importantes con el antiguo Itzocan, siendo en algún momento de la época prehispánica una sola entidad político-territorial (Paredes, 1991:16-17); el otro caso es el del barrio de San Bernardino Mexicapan, “río de Mexicas”, el cual debió haber sido la sede de los mexicas que dominaban la Coatlalpan al momento del contacto y que aparece enlistado en el documento de Tatetla como “Barrio de los Mexicanos”; tanto Huaquechula como Tlatilulco tuvieron como patrón al santo tutelar de los pueblos de donde derivaban, es decir San Martín Caballero y el apóstol Santiago respectivamente. En el caso de Coatlan y Coateco, no se cuenta con mayores datos que pudieran dilucidar si eran distintos o el mismo, esto último considerando que ambas palabras aluden a la serpiente en el idioma náhuatl. Por último los registros parroquiales hacen mención de tres barrios más de cuya memoria no ha perdurado nada en la configuración territorial de Izúcar; estos son Sencalco (“en la casa del maíz”), Cuetlachcoac (“lugar de cueros de serpientes“) y Xochiapan (“río de las flores”); en el último caso el nombre cabe comentar que hay una comunidad cercana a Izúcar llamada Xuchapa que podría ser a la que refiere el archivo pero es poco viable por la distancia, sobre todo si consideramos que comunidades más cercanas como la misma Tatetla o Matzaco si aparecen en las partidas pero no como barrios sino como pueblos. Ya por último, solo queda mencionar que de los 14 barrios reconocidos actualmente en Izúcar, todos aparecen enlistados en archivo parroquial por lo menos desde el siglo XVII, siendo solo una excepción en cuanto a la asociación santo patrón-nombre indígena, el caso de la Asunción, pues en lo revisado del repositorio parroquial nunca se halló alguna referencia que lo asociara con el nombre nahua que de acuerdo al cronista Sánchez tuvo: Mizquiapan, siempre aparece como sólo La Asunción.
Palabras finales
Las consideraciones expresadas en los párrafos
anteriores no dejan de ser solo un primer esbozo de un tema que puede
trabajarse con más profundidad y considerando otros datos tanto del propio
archivo parroquial izucarense así como de otros repositorios (de manera
especial el Archivo General de la Nación); si bien como se dijo al principio
este no era el tema central de interés, si consideramos importante dar a
conocer nuevos datos que permitan complementar la visión histórica acerca del
antiguo asentamiento de Itzocan, que ya han proporcionada otros investigadores.
Esto puede ser un apoyo valioso a la hora de comprender las problemáticas que
enfrenta el patrimonio tangible e intangible de la región, sobre todo
considerando la importancia de que las tradiciones que aún se continúan puedan
verse reflejadas en elementos tangibles, como es el caso de los archivos
parroquiales.
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INAH-Ed. Raíces, México.
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Edición del autor, México.
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haciendas, Fideicomiso Ingenio de Atencingo 80326, México.
https://sites.google.com/site/sitioderulo/in-the-news/articulosobrelosnombresdelosbarriosdeizucar
https://sites.google.com/site/sitioderulo/in-the-news/articulosobrelosnombresdelosbarriosdeizucar
[1] Este documento de 1568 trata acerca de
la disputa de Tatetla con Izúcar en torno a que la primera se negaba a
continuar dando servicio a la segunda e incluye un listado de los sujetos al
antiguo Itzocan junto con el numero de tributarios; una copia del mismo fue
facilitada por el cronista Sánchez a la Sección de Historia del Centro INAH
Puebla, en donde se paleografió.